Faros de Emancipación
En un soleado martes de 1816, a las catorce horas, comenzaba a sesionar en la ciudad de San Miguel de Tucumán, el Congreso que sancionaría pocas horas después el Acta de Independencia de la Nación Argentina declarando nuestra libertad de toda potencia extranjera.
En el Acta de Independencia, además de resaltarse la “libertad”, se incorpora, al final del texto otro término, también relevante y mucho menos citado por el análisis histórico y poco utilizado en la trasposición didáctica de la gesta independentista: “orden”. ¿A qué orden refería? En primer lugar, a un orden emancipatorio y político, además de una la forma de gobierno y de la distribución de las riquezas del país. Sin embargo, la definición del modo de organización del país, federal o unitario llevaría décadas de luchas intestinas y negociaciones políticas hasta que, finalmente, la sanción de la Constitución de 1853 nos consagrara como país Representativo, Republicano y Federal. A pesar de que la efectiva concreción de esos principios fundantes, aún nos desvela.
Las ideas de la Revolución Francesa, libertad, igualdad y fraternidad fueron grandes fuentes de inspiración para nuestros héroes patrios. Como Manuel Belgrano quien estudió leyes en la Universidad de Salamanca y Valladolid y por su destacado desempeño consiguió un permiso papal para acceder a libros entonces restringidos como los clásicos del iluminismo. Pudo leer y compenetrarse con las ideas de Rousseau, Voltaire y Montesquieu además de Quesnay y Adam Smith. La gesta emancipatoria argentina se nutrió, además del iluminismo, de otras fuentes de inspiración y hechos históricos. No olvidemos el antecedente de la independencia norteamericana en 1776 y la relevancia de los idearios americanos mediante la formación de referentes de la Revolución de Mayo como Mariano Moreno quien estudió en la Universidad de Chuquisaca, hoy Bolivia.
Mas de doscientos años después, cada nueve de julio, celebramos la gesta histórica independentista y nos preguntamos y cuestionamos cómo las interpretaciones parciales de los principios iluministas que inspiraron la Revolución de Mayo y la independencia argentina aún signan el rumbo de nuestra historia. Las posturas dicotómicas que prevalecen en nuestra sociedad, con su consecuente costo social, político, económico y culturalꓼ suelen tomar uno de los principios del iluminismo como eje preeminente. Como faro a seguir que eclipsa los otros faros. Como un principio en detrimento de los otros. Esa sinécdoque, ese gesto retórico que implica tomar la parte por el todo, no resulta sustentable para el país.
La libertad, como faro de inspiración, sigue siendo hoy, doscientos ocho años después de la sanción del Acta de Independencia, una fuente de inspiración movilizante. Sin embargo, nos preguntamos: ¿qué se entiende por libertad? ¿Es acaso posible aplicarla sin equidad y sin fraternidad? ¿Qué es la fraternidad sin el aire revitalizante de la libertad que implica riesgos y responsabilidades? ¿Y es posible sostener la libertad sin una considerable cuota de fraternidad?
Por un momento hagamos foco en ese término, “fraternidad”, que parece tímido y como un tercero desdibujado en esa triada de principios inspiradores de la revolución francesa. Según la RAE, Real Academia Española, la fraternidad es la amistad o afecto entre hermanos o entre quienes se tratan como tales. Es amistad, hermandad, camaradería. Claro que los hermanos y hermanas se pelean y disputan habitualmente afectos, espacios y objetivos.
Como decía José Hernández, en su obra telúrica, El Martín Fierro, si entre hermanos se pelean los devoran los de afuera. Ese principio, tan simple de decir y complejo de aplicar, nos interpela aún hoy en la búsqueda mayor libertad y equidad, en la búsqueda de un camino de desarrollo fructífero para nuestro país.
Los invitamos, como comunidad, a reflexionar y celebrar nuestro día patrio.
Dra. María José Nacci
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas
Universidad Argentina John F. Kennedy